miércoles, 7 de diciembre de 2011

Qué fácil es ser objetivos cuando se trata de problemas de otras personas y qué ciegos nos volvemos cuando se trata de los nuestros...
Claro, quién no es lógico y realista cuando te pintan una determinada situación como tal; pero cuando la cosa va de nosotros, de nuestros sentimientos y paranoias, no hay nada que hacer: si creemos en algo seguiremos empeñados en ello hasta que no podamos más. Hasta que digamos BASTA.
El problema llega cuando creías que todo había acabado, que ya no sentías nada y que no hay más paranoias ni situaciones raras... hasta que de repente y sin ningún motivo aparente, vuelven.
Y parece que vuelven con más fuerza que nunca, esperando a cada segundo de debilidad que tengas, amarrándose a ti como si fuese una parte esencial de tu persona.
Vuelve aquel terremoto de sentimientos y dudas que tuviste en su momento...
¿Y qué hacer para volver a desterrar y acabar con esos sentimientos?

sábado, 3 de diciembre de 2011

Todo depende del contacto visual:
Una mirada y una sonrisa,
una mirada y una decepción,
una mirada y la más pura verdad...
Sólo una mirada basta para saber si nos mienten o si nos dicen la verdad, si nos odian o nos quieren, si nos echan de menos o nos quieren perder de vista...
No hace falta ser psicólogo para descifrar el inmenso lenguaje de las miradas: mirar a otro lado si nos sentimos incómodos, abrir los ojos en señal de sorpresa, mirar hacia arriba si algo o alguien nos aburre...
Lo típico de "mírame a los ojos y dime la verdad"....¿será realmente cierto?
Entonces...¿de qué nos sirve preparar una mentira o una excusa si con una sola mirada nos descubren?
¿De verdad merece la pena tanto esfuerzo?

"TENÍA QUE OCURRIR"

Elecciones, elecciones...
Unas buenas, otras malas, otras que sabes que no deberías pero que igualmente las tomas, otras que parecen dejarte sin solución...
Toda la vida se basa en elecciones: qué comer, qué beber, querer o no querer, hablar o callarse, vivir o morir...
Muchos dicen que no elegir sería un alivio, pero y digo yo : ¿Acaso esa no es una elección también?
Es automático e inevitable.
Vivimos de las elecciones y es imposible concebir un mundo sin ellas.
Pero...¿y cómo saber si las elecciones que tomamos son las correctas?
Algunos dirían: "ojalá hubiese una máquina del tiempo que me indicara qué debo hacer".
Pero yo me decanto más por la filosofía de "tenía que ocurrir".
Me refiero a que por muy malas que hayan sido las consecuencias de una decisión errónea, intento vivir con ellas. Es como lo que se dice de: "aprender de los errores del pasado".
Aunque me tome un tiempo, incluso llego a aceptar que esa es la decisión que efectivamente debía haber tomado y, alomejor, me doy por satisfecha con ello. Eso sí, no siempre el hecho de tomar una decisión significa que ñesa sea la correcta, ni a corto plazo ni a largo plazo.
Es como una especie de destino: no digo que esté escrito ni que haya un oráculo como en los mitos griegos, sino que pase lo que pase ocurrirá lo que tenga que ocurrir y nadie puede cambiarlo; tarde o temprano se acabará realizando .